En su piso de la calle Tirso de Molina, cerca de la estación de trenes de Cartagena y a menos de un cuarto de hora a pie hasta la sede de Podemos, en el entorno de la Alameda de San Antón, F. S. M., español de 20 años, tenía material de adoctrinamiento, como el libro 'Mi lucha', escrito por el dictador alemán Adolf Hitler, y 'La revolución de las almas', de León de Grelle. Tenía camisetas con lemas como «Ultras Murcia» y «¡En pie de guerra! '¡Viva la España joven, imperial y revolucionaria!». Tenía todo tipo de prendas con simbología nazi y de extrema derecha, como una banderola negra con una calavera superpuesta en la bandera nacional y el mensaje «Primera línea. Patria o muerte». Y también tenía un amplio repertorio de armas blancas, decoradas con esvásticas y águilas, con las que poder pasar de las palabras y las imágenes a los hechos para imponer con violencia su ideología radical: un pasamontañas, puños de pugilato, un puñal, una daga…
Dentro de dicho acto vandálico, que no es el primero ni será el último, están ciertas posiciones fascistas desde la política como la de VOX, que no sólo no condena si no que justifica las atropelias de estos desalmados. España se está convirtiéndo en un lugar donde los neonazis salen desacomplejados a las calles gracias al partido de Santiago Abascal.
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