El régimen contó que un firme 'Caudillo' puso al Führer en su sitio y salvó a España de la Segunda Guerra Mundial. Pero, de todos los que estuvieron presentes en el vagón, permanece el testimonio de Ramón Serrano Súñer, cuñado de Franco, ministro de Exteriores y sobre todo, falangista. La realidad es que la famosa foto del caudillo saliendo junto a Hitler con el brazo en alto (saludo fascista) es una auténtica farsa. La foto en cuestión muestra a Franco con los ojos cerrados, el brazo en posición natural y mucho más bajo que su homólogo nazi (hasta en la altura hicieron retoques). Pero esas imágenes no fueron lo único que se maquilló. También se retocó la versión sobre lo que ocurrió dentro del vagón blindado de Hitler. Allí se reunieron él y Franco.
Pocos años antes de morir contó que, más que poner firme a Hitler, lo que hizo Franco fue aburrirle. "Mientras Franco, muy contento, le explica todos los detalles, Hitler empieza a bostezar. Lo hizo 15 o 20 veces seguidas con una mala educación tremenda", recordó Serrano Súñer en 1990. Entre bostezos del Führer, lo que se acordó no fue la neutralidad de España. Franco firmó su adhesión al Eje, y acordó además mantenerlo en secreto. "Quedamos adheridos al tripartito, la alianza militar. Es la única vez que en España se ha guardado un secreto".
El documental cuenta la realidad, un enano acomplejado, que no le dejaron participar en la Segunda Guerra Mundial, al que no le tenían ningún respeto ni el nazi alemán ni el fascista italiano y sobre todo, de ese estratega militar que derrocó a los republicanos en la Guerra Civil queda un incompetente sanguinario al que tuvieron que llevar de la mano en cada paso que daba en la batalla. Los nacionales eran unos imbéciles desarrapados que tuvieron que instruir los propios militares del führer, hasta en el porte y la vestimenta, y sobre todo en armamento y maquinaria de guerra. Franco y los nacionales no ganaron la guerra a unos republicanos divididos, la ganó Hitler.
Por si fuera poco todo lo narrado de la importancia de la propaganda en la figura del diminuto dictador, era también un cobarde. En la posguerra dejó de hacer el saludo fascista por miedo a los aliados, comenzó a hacer simples saludos militares y tuvo que cambiar las leyes para que el populacho los recibiera con pañuelos blancos en lugar con el brazo en alto de antaño. Ésta es la realidad de un pasado que aún no se ha ido.
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