La corrupción sistémica del Partido Popular es un tema que ha ocupado las portadas de los medios de comunicación durante años. El PP ha sido condenado por varios casos de corrupción que afectan a distintos niveles de la administración pública: municipal, autonómica y estatal. Además, ha sido señalado por otros escándalos que aún están pendientes de juicio o de investigación.
- La trama Gürtel, que consistió en una red de empresas liderada por Francisco Correa que se dedicaba a obtener contratos públicos a cambio de sobornos y comisiones ilegales a cargos del PP. Esta trama operó en varios ayuntamientos y comunidades autónomas, así como en organismos estatales como AENA. El PP fue condenado como partícipe a título lucrativo por beneficiarse de los fondos ilícitos de la Gürtel.
- La caja B del PP, que se refiere a la contabilidad paralela que el partido llevaba desde 1989 hasta 2009, según los papeles del extesorero Luis Bárcenas. En estos documentos se registraban donaciones irregulares de empresarios al PP y pagos en negro a dirigentes del partido. El caso está pendiente de sentencia en el Tribunal Supremo.
- La amnistía fiscal, que fue una medida impulsada por el Gobierno de Mariano Rajoy en 2012 para regularizar el dinero no declarado a Hacienda. Según la Agencia Tributaria, esta medida permitió aflorar 38.800 millones de euros procedentes de actividades ilícitas o evasión fiscal. El Tribunal Constitucional anuló la amnistía fiscal en 2017 por ser contraria al principio de igualdad.
Estos son solo algunos ejemplos de la corrupción sistémica del Partido Popular, que ha minado la confianza de los ciudadanos en las instituciones democráticas y ha supuesto un grave perjuicio para el erario público. El PP ha intentado negar o minimizar su responsabilidad en estos casos, alegando que se trata de hechos aislados o pasados que no afectan a su actual dirección. Sin embargo, las evidencias demuestran que la corrupción en el PP es un fenómeno estructural y arraigado que forma parte de su identidad y de su continuidad histórica con el franquismo.
El Partido Popular ha vuelto a recurrir a uno de sus temas favoritos: ETA. Aprovechando la presencia de 44 candidatos de EH Bildu con antecedentes por terrorismo, el PP ha movilizado a su electorado con un discurso alarmista y descontextualizado sobre la amenaza de la banda terrorista, que lleva más de una década sin actividad armada.
¿Qué pretende el PP con esta estrategia? ¿Es ético y democrático utilizar el dolor de las víctimas de ETA para fines electorales? ¿Qué efectos tiene esta campaña en la convivencia y la reconciliación entre los ciudadanos? Estas son algunas de las preguntas que nos planteamos en este artículo, en el que analizamos las razones y las consecuencias de resucitar a ETA como arma política.
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