Bárcenas está dispuesto a colaborar con la Justicia, a tirar de la manta hasta el final y ahora no hay ninguna policía patriótica que le haga cambiar de opinión. Y no lo hace a cambio de reducciones de pena, indultos o privilegios penitenciarios. Lo hace sencillamente por su esposa. No soporta ver sufrir a su mujer, Rosalía Iglesias, actualmente en prisión para cumplir la condena de 12 años por el caso Gürtel. "Luis no tiene nada que perder", aseguran fuentes judiciales del entorno del extesorero del Partido Popular que, esta vez sí, parece que romperá su silencio y aireará toda la basura que se cocinaba en el partido.
A menudo, los delincuentes con condena en firme se vienen abajo y deciden contar todo lo que llevan dentro por múltiples motivos, por desesperación, por depresión, por miedo a estar entre rejas muchos años, por claustrofobia, por el pánico nocturno que debe producir dormir en la misma celda que un tipo sudoroso en camiseta de tirantes y rebosante de tatuajes que en la litera de arriba va exhalando su aliento fétido mientras confiesa en sueños delirantes sus crímenes más horrendos. Pero Bárcenas no. Bárcenas no va a hacer las veces de soplón o chivato de los suyos por ninguna de esas razones que podrían ser humanamente comprensibles. Bárcenas va a irle con el cuento al fiscal por amor, solo por amor, la única verdad que consigue redimir a los hombres de sus mentiras y pecados.
El responsable de la tesorería del PP en la era precovid está dispuesto a contarlo todo con pelos y señales, y más de un dirigente de la formación azul tiembla bajo sus sábanas. Ya no valen las excusas, escupir huesos de aceitunas, hablar de Venezuela, lo que se viene (si se aporta las pruebas suficientes) podría poner en riesgo la supervivencia del partido en sí. ¿Contará con detalles cómo funcionaba la financiación ilegal del partido, quién demonios era ese misterioso y desconocido M Punto Rajoy? Y quizá deje caer algo también sobre la Operación Kitchen, sobre el comisario Villarejo y sobre la policía patriótica en los oscuros tiempos de Fernández Díaz.
Un ejemplo de lo que puede traer dicha confesión viene relatado en la biografía de Bárcenas de la cuál se lee un extracto de la entrevista que tuvo con su autora; "¿Un ejemplo? Pablo Casado - confesó a Gallero - ha estado en mi despacho pidiéndome dinero para la campaña de Manuel Pizarro en 2008, como amigo personal que éste era de Lapuerta .. y ahora Casado dice que no me conoce de nada".
Habrá que esperar unas semanas, sólo eso.
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